A medida que la legalización del cannabis va expandiéndose por diferentes países del mundo, el mercado de la marihuana medicinal viene formando una industria que ha perdido sus orígenes al introducirse en un sendero político-económico tan opulento y corrompido como misteriosa y malvadamente injusto

Recientemente, examinamos un informe de la empresa calificadora de riesgos Standard & Poors que otorgaba cifras multimillonarias acerca de la industria del cannabis. En este estudio, se da a conocer que el mercado de la marihuana medicinal genera un flujo de más de 150 mil millones de dólares anualmente. El informe también advierte que esta economía apunta al crecimiento, sobre todo en sectores como la salud y el entretenimiento. Asimismo, resulta curiosamente interesante una de las conclusiones a las que llega el informe “Es probable que las primeras etapas de creación de productos de consumo, si no se tiene una ley correctamente regulada, produzcan que muchos emprendedores resulten fracasando. Esto debido a, para ser francos, la avaricia de las grandes corporaciones”.

Conociendo estos detalles, deja de parecer un sinsentido que corporaciones gigantes quieran pertenecer a esta industria. En la actualidad, los negocios que buscan un espacio en el sector cannabis van desde bebidas con infusiones de marihuana para consumo humano, hasta comestibles para las mascotas. Nombres como Microsoft, Coca-Cola, Constellation Brands —dueños de la cervecería Corona—, entre otras megacorporaciones del mundo empresarial se han sumado a la lista de interesados en introducirse en el mercado del cannabis.

Sin embargo, existe un nombre ya bastante conocido por quienes —algunos más, otros menos— se encuentran dentro del mundo cannábico, y que posee tanto seguidores como detractores. Estamos hablando, nada más y nada menos, que del gigante CANOPY GROWTH.

Conociendo a la poderosa CGC

Canopy Growth Corporation (CGC) es una compañía multimillonaria con sede principal en Smiths Falls, Ontario, Canadá. Originalmente fue fundada como Tweed por Bruce Linton y Chuck Rifici en 2013, pero en 2015 se le renombró como la conocemos ahora. Para abril de 2019, Canopy era la compañía de cannabis más grande del mundo, según el valor de todas las acciones o la capitalización de mercado.

Hace unos meses, la corporación Constellation Brands, dueños de la cervecería Corona, inyectó 4 MIL MILLONES DE DÓLARES en la compañía canadiense. Con lo que, contando las 12 sub marcas que Canopy posee, su valor en la Bolsa de Valores de Nueva York asciendo a los 15 MIL MILLONES DE DÓLARES. En Canadá, las negociaciones por debajo de la mesa y una pila de denuncias por normas extrañamente modificadas en el proceso de legalización, han hecho que, bajo las leyes federales, Canopy y sus amigos controlen todo el mercado cannabis en dicho territorio. No obstante, Canopy Growth opera en 15 países (Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España, Australia, Canadá, Dinamarca, República Checa, Polonia, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Jamaica y Lesoto) y en todos ellos habría buscado llevar el proceso de legalización a su medida, posiblemente conspirando sobre las regulaciones de las leyes involucradas, cifras de impuestos, condiciones de venta, entre otros. Además, muchos investigadores sugieren que Canopy, por ser parte de una corporación, no buscaría otro objetivo más que maximizar sus ganancias.

Para realizar estas tendidas y minuciosas negociaciones, CGC no pudo haber encontrado mejor contexto que la contienda entre quienes buscan un libre acceso a la salud y una mejor calidad de vida contra fuertes filosofías conservadoras y científicamente obsoletas. Empresas como Canopy aprovecharían las deficientes regulaciones sobre el cannabis en cada país, ya que en cada territorio el panorama, tan prometedor como incierto, parece seguir un mismo modelo: engreír a los señores feudales del capitalismo y tratar con languidez y suma fiscalización al pequeño o mediano empresariado. Las legislaturas estatales y regulaciones seguirían siendo manejadas por las empresas de mayor recaudación.

"SOMOS UN GRAN TRAFICANTE DE DROGAS SOFISTICADO"

La integración vertical

Las opulentas corporaciones parecen tener un sistema de operación establecido. Un modelo de cadena económica que, como lo han señalado varios expertos, emula más a un cártel de drogas que a un entorno de libre mercado. A este método se le conoce como la integración vertical, y es una estrategia mediante la cual una empresa posee o controla a sus proveedores, distribuidores o ubicaciones minoristas para controlar su valor o cadena de suministro. La integración vertical beneficia a las compañías al permitirles controlar el proceso, reducir costos y mejorar la eficiencia; pero, por otro lado, tiene una desventaja que no logra ser subsanada desde ninguno de sus enfoques: solo una muy significativa cantidad de capital puede lograr el éxito con este sistema, es decir, MONOPOLIZA la industria.

Pero por si esto no fuera suficiente, este modelo presenta muchas más problemáticas aún. Los costos de producción se reducen considerablemente, lo que ocasiona una baja en los precios estándares del producto. Incluso puede volverse parcial y favorecer intereses particulares, ya que se conoce que quienes dominan el modelo de integración vertical en un mercado terminan —“inexplicablemente”— concentrando y amasando un poder político para, luego, ejercer presión sobre funcionarios del Estado, a veces hasta corrompiendo a estos últimos, para así lograr un beneficio para la industria obviando por completo el fin principal, que es el de favorecer la salud pública.

Además, las corporaciones que logran empoderarse con este sistema, ganan automáticamente una ventaja en la capacidad de negociación con proveedores y clientes. De igual manera, genera una rentabilidad exorbitante y abusiva para las corporaciones más grandes, y les permite establecer el precio que estas a compañías les plazcan. Por último, obtienen mayor información de los clientes, información que, mal utilizada, puede llegar a servir como insumo para unas reglas de mercado contraproducentes.

En cambio, una política de negocio horizontal permitiría la creación de economías de escala acordes al nacimiento de una industria. Pequeños y medianos empresarios podrían lograr el acceso al mercado, generando una cadena de servicios y puestos de trabajo que fortalecerían las cifras continuamente.

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