Édgar Martínez Sacoman es paraguayo y activista por el uso del cannabis para fines médicos. A sus 41 años, ha luchado por hacer prevalecer el derecho a la salud por sobre las opiniones llenas de prejuicio, estigma y, sobre todo, mucha desinformación. Su batalla legal lleva ya casi cuatro años librándose entre idas y venidas por parte de las autoridades de la justicia paraguaya, y parece aún no tener un fin próximo. Sin duda, casos como el de Édgar no solo nos indignan como asociación de pacientes, sino que refuerzan nuestro compromiso de trabajar en pro de la salud y apoyar causas similares. Conversamos con él para preguntarle sobre el planteamiento de sus ideas, su situación legal y el futuro al que se enfrenta.

Edgar y su mascota en su casa de Paraguay.

Es conocida tu pasión y entrega al uso médico del cannabis. ¿Desde cuándo y por qué te interesaste en las propiedades curativas de la planta?

Me sumergí en el mundo del cannabis medicinal a raíz de la muerte de mi madre en el año 2003. Ella había fallecido a consecuencia de un cáncer terminal que la tuvo cinco años en cama. Luego me mudé a Islas Canarias, exactamente a dos cuadras del Centro de Estudios de Investigación del Cáncer de las Islas Canarias y donde pude participar como oyente en un congreso en el año 2004. Allí se trató de varios temas bajo la medicina alternativa, entre los cuales me interesé mucho por la sustitución de los opioides. Aprendí, por ejemplo, que la morfina contiene principalmente heroína, sustancia que es mucho más dañina y adictiva que la cocaína e incluso puede llevar a la sobredosis. Además, no permite que la persona tenga una despedida digna de parte de sus familiares. Entonces ahí pude darme cuenta que todo era cierto, pues constaté cuando mi madre estaba partiendo que ella estaba totalmente fuera de sí y completamente alucinada. Todo esto a consecuencia de la heroína suministrada a través de la morfina.

En ese congreso también me sumergí en el mundo de los medios alternativos, entre ellos el cannabis medicinal. Conocí a algunas familias que cultivaban marihuana para usarla como medicina y pude educarme sobre los métodos de extracción y de aplicación, además de tener experiencias atendiendo a personas con dolencias. Estuve tres años y medio así. Fui para quedarme 15 días luego de la muerte de mi madre y terminé andando 10 años por ese camino. Asistía constantemente a seminarios, cursos, conferencias, etc. y también a bibliotecas, centros de información, entre otros. Después de eso, volví a Paraguay y me choqué con la realidad de venir de países del primer mundo como España, Francia, Italia, etc. Por más que en esos países está prohibido fumar, no van a tratarte como un narcotraficante o delincuente por fumarte un porro.

¿Qué dicen las leyes paraguayas acerca de la marihuana como sustancia ilegal?

En Paraguay existe la Ley Nº 1340 que fue hecha en el año 1988, en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner. En esos tiempos prácticamente no existía el cannabis medicinal, no habían todos los avances científicos de hoy en día ni leyes. Lo que se busca ahora es tratar de modificar esa ley con la ley del cultivo personal, al menos para despenalizar el cultivo de las personas que lo usan como medicina.

El gobierno de Paraguay publicó hace un tiempo una ley que autoriza el uso del cannabis para fines medicinales y terapéuticos, ¿cuál es tu opinión sobre este dictamen?

El gobierno paraguayo promulgó la Ley Nº 6007 exactamente el mismo día que me condenaron, cuando terminó mi segundo juicio oral. Este decreto está diseñado netamente para favorecer a las grandes farmacéuticas y, al mismo tiempo, criminaliza a los pacientes que no deseen suplirse de la industria. Estos hechos vienen sucediendo no solo en Paraguay sino en toda Latinoamérica. En conclusión, con esa ley venden nuestros derechos, lo cual es muy triste porque significa que todavía elegimos a quien no representa al pueblo.

Si tuvieras que dar un número aproximado, ¿cuántos pacientes han acudido a ti en busca de este tratamiento médico alternativo? Si tuvieras que comentar el caso más desgarrador y preocupante, ¿cuál sería?

En estos tiempos, tengo muchísimos casos que se contactan conmigo por las redes sociales quienes me consultan sobre cómo hacer las extracciones, me piden las recetas para comestibles o le indico a qué fabricante puede recurrir. Actualmente, estoy asesorando a más de 100 pacientes que necesitan del cannabis medicinal y están siendo beneficiados con los efectos curativos de esta planta.

El caso que más me impactó fue el de una persona de la tercera edad con un cáncer terminal que mantenía carcomiéndose expuestos los huesos en el cráneo, cuello y costillas, al cual se le aplicaba morfina directamente. Este paciente estuvo cuatro meses sin poder comer, dormir o beber agua. Se le alimentaba por sonda y estaba casi desahuciado. Hablé con su familia —que era gente muy conservadora— para explicarle acerca de la marihuana y sus propiedades medicinales, llegando a un positivo acuerdo. Les comenté sobre el caso de mi madre y les dije que quería evitarles ese sufrimiento. Por la tarde, le suministraron el remedio (cannabis) y, al día siguiente, cuando fuimos a verlo, se encontraba totalmente cambiado. Estaba con una sonrisa, feliz. Dijo que con el aceite de cannabis pudo dormir bien después de meses y nos agradeció por quitarlo de ese estado y haber introducido esta medicina en su vida. Al final, pudo tener una partida digna y yo pude sentirme reconfortado por compensar con ese prójimo por lo que yo no pude hacer con mi madre.

¿Por qué es importante garantizar ciertos estándares mínimos de calidad en la elaboración de cannabis medicinal?

Para empezar, todo cannabis es medicinal. Son cepas y variedades distintas pero eso de que existe un cannabis medicinal y otro que no lo es viene de declaraciones de los grandes laboratorios que, como ya no pueden contener la despenalización del cannabis entonces siguen con la satanización del THC, que también es muy efectivo contra ciertas enfermedades y está probado. Como las familias no tienen tecnología para separar los cannabinoides de la planta, criminalizar uno de los cannabinoides hace el negocio redondo para estas farmacéuticas.

Cuando es para cuestiones de salud, la calidad del cannabis es primordial. Tener la garantía de estar utilizando un producto de calidad es, más que justo, necesario. El dato clave es conocer desde dónde llegan las plantas hasta las manos de quienes hacen los extractos. Es importante saber la fuente de la flor, pues como actualmente es un producto comercial muchos de los productores lo rocían con secantes, agroquímicos, pesticidas, etc. Asimismo, es importante conocer el suelo donde es sembrada la marihuana pues esta es un descontaminante natural, por lo que si el suelo posee rastros de metales pesados u otro contaminante, el cannabis absorberá estos componentes. Garantizar una buena calidad de semilla, una buena tierra, buenos nutrientes hará la diferencia a la hora de medir los resultados. Del mismo modo, se puede solicitar asesoramiento a personas u organizaciones para acompañar este proceso.

¿Cómo podría afectar el mercado negro (narcotráfico) la industria del cannabis medicinal? ¿Qué medidas se deben tomar?

Creo que el mercado negro en el cannabis es algo que siempre va a existir. Pensar que la legalización va a terminar por completo con el narcotráfico es iluso. Independientemente de eso, se debe avanzar en temas sociales, promulgar una ley que beneficie al pueblo. El uso de la marihuana no tiene por qué ser solo medicinal, hay muchos productos que se pueden hacer del cannabis: biocombustible, telas, papel, productos biodegradables, descontaminantes para suelo y más de 50 mil usos. Esta es una planta muy versátil que amenazaría a grandes industrias, pero, hoy en día, está siendo una amenaza para la industria medicinal.

En Colombia, exactamente en el Valle del Cúcuta, donde anteriormente se producía cocaína e imperaba el narcotráfico y paramilitarismo, actualmente se está produciendo cannabis medicinal. El Gobierno ha decidido apostar por el emprendimiento popular de campesinos y hasta comunidades indígenas se ven involucradas y beneficiadas con el cannabis medicinal. En Paraguay, podríamos imitar esta situación e imitar esos proyectos aquí y generar muchos empleos. Aquí todavía hay mucho abandono por parte del Estado a las zonas agrícolas. Nunca hemos tenido una reforma agraria, a pesar que somos el país con más monocultivo en porcentaje de territorio en el mundo. Sin embargo, esta población es maltratada, sus tierras son vendidas o tomadas sin nadie que vigile estas operaciones. Es justamente este abandono el que aprovechan delincuentes y narcotraficantes para simpatizar con el pueblo, dándoles oportunidades para trabajar, centros de salud, instituciones educativas, etc. para luego someterlo. Creo que el Estado debería realizar actividades que promuevan la economía de esas zonas para involucrarse con la población, sino la situación no va a cambiar.

El 08 de julio de 2016, la policía paraguaya allanó tu vivienda, ¿qué y cuánto hallaron las autoridades en tu domicilio? ¿Hubo violencia o abuso de autoridad en el operativo?

Ese día me encontraba tomando mate en la cocina de mi casa, que es un dúplex, con una amiga. Entonces sentí ruidos afuera y, al acércame a la ventana, veo un grupo de patrulleros estacionados y varios policías corriendo hacia mi casa. Supuse entonces que entrarían a mi casa y le advertí a mi acompañante. De pronto, golpearon la puerta de mi vivienda gritando “¡Policía, abra la puerta!

Cuando, amablemente, los recibí y les pregunté qué necesitaban, solo atinaron a decirme que tenían una orden de allanamiento para mi vivienda. Decidí que lo mejor era dejarlos pasar y así lo hice. Inmediatamente, uno de los policías subió al segundo piso y, al rato, bajó. Luego se acerca y me dice: “Hay algo acá y queremos saber qué es”. Sin oponer resistencia, lo acompañé a mi habitación. Allí tenía yo, cerca de la ventana, cannabis con alcohol para hacer una evaporación en frío, justamente para no activar el THC. Ese extracto era para uso medicinal en niños, justamente por eso desactivé el THC. Decidí que tenía que explicarles qué eran exactamente todas esas cosas. Mientras hablaba, los efectivos se miraban entre ellos, dudosos, expresando no entender lo que yo estaba diciendo. Además, en 2016 todavía no había ley de cannabis, mucho menos información en los medios de comunicación.

Los policías cambiaron drásticamente su actitud y ahora se mostraban más agresivos. En un par de segundos, me esposan y me sientan rodeado de todos ellos. Les pregunto por qué esa forma de proceder pero, con un trato autoritario, me dijeron “quédate ahí”. Los efectivos se tomaron 10 a 15 minutos para merodear mi domicilio antes que entre el fiscal. Cuando el fiscal entró, me preguntó directamente “¿dónde está escondido?”, a lo que yo respondí “¿escondido qué?”. Acto seguido, los policías abrieron mi nevera y encontraron bolsitas de agua congelada con marihuana. Yo me defendí respondiendo y comentando que eso era parte del proceso para hacer una extracción de cannabis. “Esto es para niños, es medicina. Justamente el proceso de congelamiento es para anular la psicoactividad”. Por más que le expliqué de todas las formas, el fiscal solo respondió: “esto era lo que queríamos encontrar”. Entonces sacaron una balanza electrónica y lo pesaron así, tal cual, con los bloques de hielo. Por supuesto, el pesaje dio aproximadamente 900 gramos, cuando en realidad no habían ni 100 gramos de cannabis.

De la forma en que actuaron, desde que entraron hasta que me sacaron del domicilio, policía y fiscal fueron drásticos, aun cuando les expliqué cuál era mi labor y qué hacía yo con el cannabis. Sin embargo, ellos preguntaban quién era yo y quién era mi amiga. Además, les mostró documentos en los que yo acreditaba mi trabajo no solo con vegetales, sino con minerales. A pesar de ello, en el juicio los involucrados declararon que no recordaban nada de eso.

¿Cuánto tiempo llevas sumergido en este litigio? ¿Qué tan avanzado está el juicio?

Ya vamos por el cuarto juicio oral y llevo más de tres años en este proceso. Exactamente el 8 de noviembre cumplí 40 meses de prisión domiciliaria, aunque el fiscal está continuamente apelando para que mi prisión sea en una cárcel. Producto de todo esto, me han destruido la vida. No puedo conseguir trabajo, no puedo hacerme valer por mí mismo. Yo siempre he sido un tipo que ha trabajado para mantenerse. Quiero comprar comida, ropa, artículos de primera necesidad y no puedo, necesito incomodar a alguien más para satisfacer mis necesidad. Eso golpea el autoestima y la mente. Gracias a Dios, espiritualmente estoy bien establecido. Sin embargo, moralmente siento mucha fuerza al saber que estoy representando a un pueblo sufrido y abandonado. Hay veces que quisiera bajar la cabeza, pero recibir aliento de gente de EEUU, Europa, África, China o Australia te hace saber que no estás solo y que cuentas con el apoyo de una comunidad mundial. Esperemos que el proceso avance rápidamente y, sobre todo, que se haga justicia.

Edgar declarando en su juicio oral (2017)

Los jueces encargados de tu proceso te otorgaron prisión preventiva. Sin embargo, el Ministerio Público, a través de la fiscalía, apeló. ¿Bajo qué concepto se pidió tu prisión efectiva en una cárcel?

A mí me condenaron, irónicamente, el mismo día que aprobaron la ley de cannabis medicinal en Paraguay, el 27 de diciembre. En ese momento, todos celebramos, ya que entendíamos que habíamos conseguido justicia, incluso hubo gente del Gobierno que estuvo por hasta casi 20 minutos dándome las gracias por compartir la información. Sin embargo, a los pocos minutos, los jueces decidieron condenarme aduciendo que “cuando yo lo hice, no tenía autorización”. Entonces, yo dije: ¿autorización para qué?, si cuando pasó mi caso no había ley de cannabis ni nadie sabía sobre el tema. Pienso que no necesito autorización para aliviar el sufrimiento de las personas, para salvar vidas, para ayudar. Por el contrario, para mí el delito sería omitir ese auxilio teniendo los conocimientos necesarios para poder ayudar a esas personas. Más aún, cuando el Estado los abandona, que es todo lo contrario a lo que tenía que hacer. Entonces, encima que te abandonan, te criminalizan por recurrir a una planta para suplir tus necesidades de salud, por defender tu derecho a la salud, a la vida y a una dignidad humana. En el documento formal de mi acusación, pude leer que la fiscalía había expuesto que “99% de los narcotraficantes que no iban a prisión preventiva, lograban escapar de la justicia”, cuando nunca se trató de narcotráfico en el juicio oral. Luego, el fiscal a cargo solicitó la nulidad del juicio oral. Mis abogados apelaron demostrando que no era un delincuente común, sin embargo el juez hizo caso omiso y me enviaron a prisión. No tengo miedo de decir que la justicia paraguaya es una organización criminal que practica terrorismo de estado libremente bajo las miradas de todos los organismos estatales, y solo responde a sus pares de EE. UU.

¿Cuáles son los principales argumentos que expone tu defensa frente a la justicia de Paraguay?

Con mi abogado revisamos la figura legal y acordamos ampararnos al estado de necesidad justificante. Esto significa que, si bien estás dañando un bien jurídico, lo haces para salvar otro bien jurídico más importante, como lo es la salud y la vida de otras personas. No hay ningún bien jurídico que pueda ser superior a la dignidad de la persona, ni en Paraguay ni en ningún país, creo. No soy jurista, pero entiendo que estás haciendo un “daño” jurídico al utilizar una planta prohibida para salva, pero así logras rescatar otro bien jurídico mayor como lo es la vida.

Así pasa los días Edgar cumpliendo su prisión preventiva

Se dice que la justicia paraguaya no tomó en cuenta las declaraciones de tu defensa ni de los testigos. ¿Qué pruebas tienen de eso?

Sí, eso consta en el expediente. Porque todo lo que va pasando en el juicio oral, las declaraciones, palabra por palabra, las pruebas, todo está en la carpeta del caso. Ahora, que validen o no validen eso, queda a criterio de los jueces. Por eso estamos armando una campaña en medios para denunciar eso. Incluso hubo madres con sus niños de testigos, las mismas madres que hicieron llorar a las juezas con sus declaraciones durante el proceso. Era claro que lo que yo tenía era medicina, pero el Ministerio Público insistía en denunciarme por narcotráfico y pide 15 años de cárcel para mí. Todo esto está registrado.

¿Has considerado cambiar de defensa legal? ¿Por qué?

No pienso cambiar de abogado. Desde que estoy con Juan Khon, estoy más que satisfecho y agradecido con su trabajo. Para esto debemos retroceder hasta al inicio de todo. Al principio, me recomendaron tomarme un día para pensar y abstenerme de dar declaraciones, y así lo hice. Cuando empezó el proceso el Estado me puso un abogado de oficio. Cuando el abogado se contactó conmigo me dio un papel con una declaración que tenía que hacer. En el documento decía que yo tenía que declarar que ayudaba con cannabis medicinal y que traía la materia prima de Uruguay, porque allí es más barato. Yo pensé: “¿traer materia prima de Uruguay? ¡Pero si la materia prima es cannabis! ¡Eso es tráfico internacional! ¿acaso me quieres acusar por tráfico de drogas?. Al día siguiente fui y le reclamé diciéndole que no estaba ayudando a su patrocinado. Además, le dije a la jueza que ese abogado debía abstenerse definitivamente de participar en mi proceso.

Luego me asignaron un segundo, tercer y cuarto abogado. A todos les decía lo mismo, que no conseguía entender por qué estaba preso si solo ayudaba a las personas. La verdad iban y venían y nadie entendía mi caso. Unos me decían que tenía que declararme como adicto. Otros me decían que, como la renta de la casa no estaba a mi nombre, culpara a la dueña de la casa, o sea, a mi amiga. Obviamente, les dije que no podía hacer eso. Les decía claramente que eso era mío y que era medicina. Así pasaron varios meses, entrando y saliendo de la cárcel, y ningún abogado me decía nada. Hasta que un día recuerdo a un amigo que es abogado y lo llamo para contarle mi caso. Cuando me encontré con él me dijo: “Edgar, tu situación en gravísima. Tu caso ya está en juicio oral y es muy difícil que salgas libre de esto. La justicia paraguaya es una mafia. Jamás van a entender que es medicinal. Te van a dar mínimo 5 años”. Hasta que me contacté con Juan Khon Gallardo, abogado penalista especialista en cannabis, a quien conocí hace 15 años. Él me dijo que teníamos solo tres semanas para armar mi defensa. También decidimos mediatizar el tema, dimos toda la información, con nombres y apellidos, cargos, etc. Del mismo modo, Juan ayudó a difundir un caso de violencia y tortura del que fui víctima. Hasta hicimos un live en redes sociales con el tema. Al final, todas las autoridades involucradas fueron a pedirme disculpas y yo les dije que eso no podía volver a pasar, ni conmigo ni con nadie. Incluso la gente de Derechos Humanos del gobierno se reunió conmigo y me pidieron que denuncie al oficial involucrado y así fue, sin embargo yo desistí de seguir con el proceso porque no quería que ninguna persona fuera presa. Simplemente no quería perjudicar a nadie, no quería tener más problemas ni que nadie los tuviera.

De cara a lo que viene, ¿cómo planeas afrontar esta nueva etapa en tu situación legal en el futuro?

Actualmente estoy creando el Movimiento de Cannabis Medicinal e Industrial y planeando simposios de cannabis medicinal, que abarcan todo el área de salud e industria social. Asimismo, estoy creando una nueva asociación para pacientes llamada Asociación Cannábica Amambay, que es el nombre de una región de Paraguay de donde sale la mejor marihuana del país. También este 13, 14 y 15 de marzo estoy organizando la primera ExpoCannabis de Paraguay. Este va a ser un evento médico, cultural, artístico e informativo. De igual manera, estamos proyectándonos para trabajar con universidades para que se dicten programas y maestrías de especialización en cannabis medicinal en Paraguay. Por último, pero no menos importante, estamos creando una federación nacional de cannabis. Se tiene que aprovechar la relación de la planta con nuestro país para industrializar y fomentar la investigación científica de la marihuana.

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