Los pacientes de cannabis medicinal de Australia dicen que la legalización y regulación realizada por el gobierno hace que el producto sea excesivamente caro y favorece solo a la industria farmacéutica

Brent Arcuri es un joven australiano de 20 años. Todos los días, Brent Arcuri utiliza un gotero de vidrio para dosificarse cuidadosamente la dosis de aceite de cannabis rico en THC que necesita su cuerpo para controlar la enfermedad de Chron que sufre.

Este padecimiento es una inflamación en el final del intestino delgado y al comienzo del intestino grueso que hace que el proceso de digestión de cualquier alimento sea extremadamente doloroso. Además, esta enfermedad causa una fatiga permanente, lo que afecta también directamente a la calidad de vida de quienes la padecen.

Ya habían pasado años desde que Arcuri y su médico usaban distintos medicamentos con poco éxito. El doctor le comentó el caso a un colega y este le recomendó recurrir al cannabis medicinal. Fue en 2019 que el doctor le sugirió a Brent que utilizara en cannabis como parte de su tratamiento.

Así, Brent Arcuri tuvo que inscribirse en el programa estatal de pacientes que necesitan el acceso al cannabis medicinal y ser miembro de una asociación para poder medicarse. Al respecto, él comenta: “Es solo después de que te aceptan, te dicen los costos asociados”, dijo Arcuri, quien tiene que desembolsar alrededor de $ 600 al mes por el cannabis medicinal.

Sin embargo, recientemente Brent descubrió que podía ahorrar mucho dinero recurriendo al mercado negro, importando su medicina vía web (sí, aunque suene increíble, vía web) desde Estados Unidos.

La situación del cannabis en Australia

En 2016, el aceite de cannabis con fines médicos se legalizó en Australia. Las leyes federales se cambiaron para permitir tanto a los médicos recetar productos hechos a base de cannabis como a los pacientes que padecen distintas enfermedades a consumirlo. A través del Plan de Beneficios Farmacéuticos (PBS, por sus siglas en inglés), las personas que necesitan del cannabis medicinal recibirían de forma gratuita el aceite.

Sin embargo, la realidad es totalmente distinta. Actualmente, el PBS no cuenta con stock ni subsidio para los productos hechos a base de cannabis. Los médicos que deseen recetarlo deberán primero solicitarlo a la Administración de Productos Terapéuticos y este deberá aprobar individualmente el caso de cada paciente. Lógicamente, este es un proceso burocrático que puede tomar mucho tiempo y afecta a la salud de los enfermos.

Por lo tanto, los pacientes se ven casi forzados a recurrir al mercado ilegal para conseguir el aceite de cannabis. Como consecuencia, muchos de los compradores son estafados con productos que no tienen garantía de pureza ni seguridad de fabricación, lo que expone aún más el estado de salud de las personas que utilizan cannabis.

La industria indoor en Australia

Fleta Solomon es una de las pocas mujeres que se atrevieron a emprender en el rubro del cannabis medicinal. Solomon dirige una compañía farmacéutica que se ubica al sur de la ciudad australiana de Perth. Allí, Fleta cultiva varias plantas de marihuana para fabricar aceite y es una de las pioneras en la industria. “En comparación con el crecimiento en un espacio al aire libre, tenemos un control completo sobre el medio ambiente”, explica Solomon.

Así como ella, muchos empresarios del cannabis optan por seguir el modelo de cultivo en interiores. Esto permite que los productores estén revisando estricta y continuamente la calidad del producto. Por ejemplo, los profesionales de la industria pueden prevenir y detectar contaminantes, bacterias o moho, asegurando casi en su totalidad la salud de la planta. Sin embargo, los altos costos que tienen los procesos y licencias de regulación, hace que el precio final de su producto sea elevado, lo que deriva en una fuerte tendencia al mercado negro por parte de los compradores.

Sistema de salud pública sin cannabis medicinal

Mientras tanto, el jefe de la Administración de Productos Terapéuticos, John Skerritt, declaró a la prensa que el proceso de inclusión del cannabis al sistema de la PBS ya se está realizando, pero tomará un buen tiempo. “La situación en la que estamos trabajando es que se realicen ensayos clínicos y que las empresas nos envíen sus propuestas. Pero esas pruebas toman un par de años, y luego tienen que obtener los resultados y enviarlos, como lo hacen con cualquier otro medicamento”, dijo el profesor Skerritt.

Por otro lado, el Senado australiano está realizando distintas acciones para lograr solucionar el problema del acceso y regulación de la industria del cannabis medicinal. No obstante, el panorama todavía no parece estar claro y, al parecer, será un tema de largas y numerosas sesiones de debate.

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